Ajena a mis risas y llantos, mis idas y venidas, a todo y absolutamente todo, la vida continúa, en su loca y continua expansión de historias.
Las señoras con las que me cruzo en los vestuarios de la piscina de Moratalaz siguen diciéndose cosas como: “Bueeeeno, hija, a ver qué nos depara la mañana”. (Claro, señora, será trepidante). El pescadero ofrece en alta voz su oferta del día. Los reporteros televisivos permanecen apostados delante de alguna puerta bajo la lluvia. El apocalipsis zombi del ébola contamina nuestras cabezas con noticias, tuits, noticias, tuits. Protocolo. Zona de alto riesgo. High risk area. Danger. #Dimisión. Y así. Las bombas caen en diversos puntos de Oriente Medio. Los gatos ronronean a sus dueños y buscan el lugar más calentito y acogedor de la casa.
Ahora me tomo en el sofá un té Earl Grey bien caliente viendo la lluvia tras los cristales.