lunes, 12 de diciembre de 2011

La técnica

¿Sabéis qué me pasa últimamente? Que me siento cansada. Cansada de verdad. De las obligaciones, del estrés, de las incipientes arruguitas y canas. Tanto, que de pronto, todo parece lejano y confuso...

Cuando tantos sentimientos opresivos abruman mi corazón, necesito renovar mis fuerzas. Por eso, he creado una técnica relajante que os invito a probar. Porque esto no es, ni mucho menos, como esos programas en los que dicen “no lo intentes en casa”.

Veréis: primero me acurruco bajo el edredón hecha una bolita. Entonces encuentro mi postura: en posición fetal, muy, muy encogida. Al poco me relajo todavía más. Entonces, me siento flotar en un ambiente que, de pronto, parece tan agradable... es como estar flotando en un denso líquido. Luego, muy lentamente, me convierto en algo cada vez más y más pequeño, hasta ser casi un puntito, aún con vida latiendo en su interior. Entonces, ¡sucede! Desaparezco. Me desnazco. Mi cuerpo inexistente se distancia al fin de todo problema. Sonrío sin sonrisa, sin rostro ni cuerpo, con la amplitud infinita del universo. Y justo en ese instante, empiezo el proceso contrario; creándome poco a poco bajo la sábana, creciendo, creciendo, hasta adoptar mi forma actual: la de una persona de 33 años.

¿Os parece difícil? No os preocupéis, muy pronto dominaréis la técnica. Al fin y al cabo no es tan compleja. Solo hay que desear desaparecer del mundo unos instantes. Y eso, amigos, lo hemos deseado todos alguna vez. ¿O acaso me equivoco?

viernes, 7 de octubre de 2011

Las rebeliones diarias

2011, año de revoluciones. En todo el mundo, millones de personas se han levantado al fin contra los dictadores, contra los bancos y especuladores. Contra todo lo establecido por ley, avaricia, estulticia.

Pero hay aún otra revolución. Una rebelión silenciosa, de la que nadie habla. Que no aparece en los telediarios, ni copa las portadas de los periódicos. La revolución interior.

La que, un buen día, te da fuerzas para levantarte contra los implacables policías del Tiempo y gritarles que nunca es tarde para tus sueños. A plantarte en tu plaza frente a los grises y amenazadores tanques de la Rutina. La revolución que te lleva a acampar indefinidamente frente las puertas del Descontento, cantando palabras llenas de valor, que suenan todavía extrañas, trémulas, en tu voz y que sin embargo ya son tuyas. Nada ni nadie te las puede robar. Esa revolución en la que sales a las concurridas calles de tu pensamiento, sin miedo a que tus miedos te apaleen para detenerte, pues te sientes capaz de levantarte de nuevo y mirarles con fiereza. Aquí estoy. No vais a poder conmigo. Nunca más. This is my own revolution. #Vida Real Ya.

martes, 19 de julio de 2011

El cuento de nunca acabar


Érase una vez una escritora con una gran creatividad y un envidiable ímpetu para comenzar proyectos, pero muy poca constancia para terminarlos.


Con mucha entrega, y la máxima disciplina de la que fue capaz, al final de su vida logró escribir 150 títulos maravillosos.


150 títulos sin índice, prefacio, ni capítulos; ni contraportada siquiera. 150 títulos… sin libro.

martes, 5 de julio de 2011

"Leyenda de ingredientes"

Mocachino

Expresso

Leche sola

Machiatto

Con leche

Capuchino

Descafeinado con leche

Descafeinado solo


La máquina de café no tenía nada nuevo que ofrecer. Laura echó los 35 céntimos del Mocachino, el importe exacto, y esperó a que el display le indicara que podía extraer aquel vaso relleno de un líquido amargo, indefinido, sin sabor a café ni a leche, ni a nada en particular. Mientras esperaba, descubrió en el lateral de la máquina un texto que indicaba: “Leyenda de ingredientes”.


Laura, que siempre tuvo una gran fantasía, aunque ahogada por pasar tanto tiempo entre los papeles de la oficina y sus compañeros -no más divertidos, ni con mejor color, que aquellos folios A4- empezó a elucubrar. “Leyenda de ingredientes... Contarán en este texto –pensó- leyendas sobre el origen del café o la curiosa historia de la primera persona capaz de ordeñar la ubre caliente de una vaca y ofrecer a su familia aquella leche alimenticia y reconfortante". Pero no. Al acercarse más al letrero, guiñando los ojos para enfocar, ya que se había olvidado las gafas en la mesa (a sus 33 años sufría una gran miopía), lo que encontró fue una triste suma de ingredientes y sus equivalentes calóricos, especificados para cada producto de la máquina. Tal y como obligaban las leyes de sanidad y seguridad alimentaria.


Tras esta decepción de buena mañana, fue a dar un sorbo a su pseudocafé, que se había quedado helado. “Este café, frío no vale nada” -se dijo. Y prosiguió, con su incesante diálogo interior: “Esta vida fría, no vale nada”.

viernes, 6 de mayo de 2011

Voz doble

Pedro Gómez de la Serna era un reputado actor de doblaje. Todos envidiaban su voz grave y aterciopelada. Era la voz de las estrellas de Hollywood, de los documentales más prestigiosos y de los anuncios de televisión más queridos por la audiencia. Pero pocos conocían su terrible mal…


Porque Pedro tenía un problema muy peculiar. Y es que, al igual que todos nos escuchamos por dentro con una voz agradable, normal, y al oírnos en una grabación nos horrorizamos en plan “¿De verdad que esa es mi voz??”, a él le sucedía justo al contrario. En el estudio se escuchaba aquella voz maravillosa que le había hecho tan popular, pero a cambio tenía que soportar una voz interior espantosa, triste, terriblemente nasal.


Con esa desagradable voz se despertaba cada mañana y se escuchaba las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Esa era la voz que oía en los momentos más cotidianos. Al comprar el pan, llamar a sus amigos o hablar con su madre…


Pero sobre todo, era la voz que había marcado para siempre los momentos más importantes de su vida.


Al oírse en el altar diciendo a su mujer con ESA VOZ tan inapropiada y poco ceremoniosa: “Sí, quiero”, poco le quedó a Pedro para CALLAR PARA SIEMPRE…

viernes, 1 de abril de 2011

Mares de marzo

Quién es más valiente: ¿el capitán que lucha, loco incansable, tripulando el navío contra viento y marea... o las ratas que lo abandonan a tiempo, con la decisión de embarcarse en nuevas aventuras? No sabría decirlo. Dos formas de verlo, dos formas de verdad que se muestran bajo la luz radioactiva que calienta nuestra inquietud con inusitada furia; como nunca lo ha hecho antes, y probablemente jamás lo haga.

Quizá lo absurdo es ser capitán, cuando diriges a tu tripulación a ninguna parte. Cuando has perdido el norte, si es que recuerdas haberlo tenido. Cuando las cartas de navegación no señalan nada relevante y las brújulas y los instrumentos comienzan a fallar, bajo la influencia de brumas y mareas invisibles provenientes de mares lejanos.

Quizá es ridículo ser capitán de tu vida, navegando inútilmente por los mares de marzo, los océanos del dolor, con sus altas olas de locura, incertidumbre y descontento.

Las sirenas lo saben bien. Y miran con lástima al iluso capitán de navío capaz de adentrarse en tan tenebrosas corrientes. No entonan cantos. Se quedan quietas, con pose melancólica, y lo observan pasar zozobrando, mientras consuelan en sus regazos a las ratas recién caídas del barco y se dejan calentar por el sol naciente.

domingo, 27 de febrero de 2011

Las fotos por defecto

Hace meses, mi hermana me regaló un bonito reloj con marco de fotos. Alrededor de la esfera, tiene pequeños marquitos de muchos colores. Muy bien, muy bonito. Y por fin, nos hemos decidido a colgarlo en el salón. Fenomenal. Pero ahora, queda el asunto peliagudo: LAS FOTOS. Los marcos llevan FOTOS. Ah, ese pequeño detalle.

Y no hay persona más vaga que yo para recopilar fotos que me gusten, imprimirlas y colocarlas en un marco. Sí: tres esfuerzos, ni más ni menos. Tres cosas, como en un huevo Kinder, pero en putada. Así que de momento, se han quedado puestas las fotos que vienen por defecto.

He decidido que me sale más a cuenta inventarme las vidas de esas sonrientes personas y tiernas mascotas que ya vienen en el marco – estoy cogiendo cariño a sus gestos de felicidad y sus fotogénicas sonrisas, dónde van a parar con las mías- que elegir mis fotos más “happy” para ponerlas ahí. Es una cuestión de rendimiento, de optimizar la energía. Cuando venga alguien a casa y pregunte quiénes son, le contaré sus pequeñas historias, ¡y listo!

El gato blanco y negro. Es de mi madre. Se llama Extremista. Para él, todo es blanco o negro, como él. No ve los matices. O le gustas o no le gustas. O le agrada esa comida y la devora hasta reventar o no prueba bocado. O se pasa el día despierto o dormido. No conoce la mesura, no conoce el punto medio, ni medio conoce el miedo.

La señora mayor. La tía Francisca. Una tía abuela que se fue a Bélgica. Tricota que es un primor. Me envía por correo preciosas bufandas de las que no calcula muy bien el largo, la buena mujer. Les doy mil vueltas al cuello y aun así tengo que tener cuidado para no arrastrarlas una vez puestas. Una vez me traje a casa un peatón despistado que pisó el extremo de una de ellas; el hombre iba leyendo y escuchando música y no se percató de dónde estaba casi hasta llegar al portal. Cuando se enteró de lo lejos del centro que está mi barrio, me maldijo en ruso, moldavo o algún idioma eslavo... o inventado de puro cabreo.

La niña pequeña. Alexandrine. Nieta de la tía abuela Francisca. Dice que quiere ser princesa... pero de un reino pequeño, para no trabajar mucho. No sabe nada la tía.

El bull dog francés. Es de mi prima. Se llama Stendhal. También blanco y negro (supongo que es lo que mejor quedaba en las fotos del marco), lo llamaron así por ser francés y por aquello del contraste de colores: en vez de rouge et noir es blanco y negro. Tiene un punto cultureta el tío. Sería un perro capaz de llevar gafas de pasta y decir mientras las levanta de su hocico cosas como: “a ese cuadro le falta concepto” o “el primer disco de los (introdúzcase aquí un nombre impronunciable de grupo desconocido) estaba mejor”. Eso pasa por ponerle un nombre pedante. Para otra vez, lo tenemos aprendido.

El perro de caza. Mi abuelo lo salvó cuando un cazador despiadado quería sacrificarlo porque no le traía sus presas. Decidimos llamarle Valentín, precisamente por su carencia de valentía. Cada vez que el abuelo sale de caza, lo tiene que dejar en el jeep porque el pobre bicho no soporta los tiros. Pero sí se sienta a sus pies a ver Jara y Sedal -con la distancia salvadora de la tele de plasma, el animalico sí soporta la movida cinegética-.

Pero todas estas fotos me hacen pensar: ¿qué clase de personas prestan su imagen o la de sus mascotas para poner en los marcos de otros, a modo de vidas prestadas? Alguien muy desesperado por la pasta. Y es que no hay duda, los modelos siguen esta escala de éxito: los de pasarela, los de fotos de moda, los de manos y pies (sin comentarios)... y por último los de marcos familiares, que son lo más loser de los loser. Lo bueno es que, aunque ellos no lo sepan, su trabajo tiene mucho más calado en la vida de la gente. Pueden pasarse meses, años, a tu lado, ocupando un lugar en tu comedor, incluso en la intimidad de tu dormitorio; y eso no lo puede decir la supermodelo del último número de Vogue, ¿verdad? Bueno, lo último que he dicho sí, ya imagino lo que más de uno estaréis pensando...

sábado, 22 de enero de 2011

Canas.

Hola, Sara. Somos tus cuatro nuevas canas; esas que te han salido de golpe con los últimos disgustos de 2010 y los primeros de 2011.

Junto a las anteriores inquilinas blancas de tu cabeza, ya somos seis. Una pequeña pandilla. Las suficientes para que repares en nosotras al mirarte en el espejo cada mañana. Bastantes, al fin, para hacerte reflexionar sobre un hecho fundamental: la fugacidad de la vida. Una reflexión que no consiguió de forma definitiva ningún libro que hayas leído o película que hayas visto, ni siquiera la más cruda realidad.

Así que míranos; piensa acerca de lo que has hecho y de lo que haces ahora con tus días. Péinanos y estarás leyendo nuestro mensaje. Porque tus canitas deseamos que cumplas tus sueños, antes de ser un buen puñado de nosotras las que nos agolpemos en tu cabeza. O en fin, más tarde, si te empeñas; ¡pero recuerda que no estarás aquí para siempre, morenita!

Eso hemos venido a decirte. "Tempus fugit". La vida tiene las piernas largas para ir rápido, muy rápido... parece que se dopara. Corre, no dejes que se escape. ¡Ve tras ella, con tu melena y nosotras, tus seis canitas, al viento!

miércoles, 5 de enero de 2011

Curiosa voz

Lo dijo, y lo repitió por activa y por pasiva a sus familiares, empeñados en que jugara al Singstar por Nochevieja: “Que no, que no tengo oído, no me hagáis cantar”. Y ellos, erre que erre. Ante tal insistencia, Paco hizo una bizarra interpretación de temas como De niña a mujer, Maldito Duende o Cruz de navajas; clásicos de estos juegos.

Al cantar, lo que salía de su garganta nada tenía que ver con las canciones originales. Ni un solo tono. Pero a todos les encantaron las versiones de Paco; ¡les apasionaron! Tanto, que tuvo que repetirlas todas ante el enfervorizado auditorio.

Lo mismo sucedió en la fiesta de su empresa, que acabó en un sórdido karaoke del centro de la ciudad; lugar donde alcohólicos anónimos, borrachos conocidos, voces olvidadas y por conocer del mundo del espectáculo y otras especies (como los heavys de palo y de falsete) compartían escenario. Los temas interpretados por Paco de tan personalísima manera, dejaron alucinada a la audiencia. Nadie quería escuchar ya el original, y entre el público se aclamaba: “¡Otra, otra, otra!”. Hasta 15 veces subió el desconcertado Paco al escenario. La diferencia es que en esta ocasión, en una esquina de la sala, un productor musical se encontraba sentado con un grupo amigos. Y al oír a Paco, sus pelos se erizaron: olía el ÉXITO. Le propuso inmediatamente grabar un disco: el precontrato se firmó allí mismo, en una sucia servilleta, a modo de acuerdo entre ambas partes, que el misterioso caballero dejaría en manos “de sus abogados”.

Finalmente, Paco grabó aquel disco, que se convirtió en el éxito del verano. Pero algo no cuadraba en todo el asunto. Y se trataba sin duda de un inquietante fenómeno: cuando alguien, cualquier persona, tarareaba las canciones de Paco al escucharlas en la radio, las trataba de cantar en la ducha o las interpretaba en un karaoke, de sus labios salían de nuevo las canciones originales...