“El amor… es una mierda”; declamó el anciano poeta ante el público con su voz rugosa y afectada, mostrando su puño en alto. Acto seguido,
cerró el libro y se sentó pesadamente en la silla, con una sonrisa en
los labios.
Se hizo el silencio en el auditorio donde el aclamado bardo
presentaba ante el mundo el que quizá fuera su último poemario. Hasta que un periodista
sentado por las últimas filas, exclamó:
- ¡¡Se habrá quedado a gusto!!
El poeta se levantó y dirigió su mirada al fondo de la sala,
con las cataratas de sus ojos.
- Sí -respondió con firmeza-. Caballero, este es en realidad el poema más
acertado en forma y fondo que haya escrito sobre el tema. En toda mi
trayectoria.
El silencio se hizo de nuevo. Los asistentes se detuvieron al fin
a madurar las palabras del maestro y ponerlas en concordancia con sus propias vivencias.
Y de pronto, todos se levantaron de sus sillas. Se levantaron a aplaudir. A
aplaudir con ganas, como nunca en sus vidas.