jueves, 25 de febrero de 2010

¡Viva la excepción!

Hoy voy a hacer una excepción en mi propia (y única, a decir verdad) norma del blog: que las entradas sean de pura ficción u opinión saril :P. ¿Y por qué? Porque merece la pena. Y es que quiero hablaros de la iniciativa de un simpático bloguero, Juan Ceñal, que desde su blog y su programa radiofónico 10 historias, 10 canciones, hace una increíble tarea por la difusión de la música.

Con el hilo conductor de un tema -no de un grupo, género o estilo- Juan nos hace viajar a diferentes mundos en cada programa: sus 10 historias divierten, emocionan, y siempre sorprenden.

Y ahora él me ha pedido para su blog una selección de 10 canciones con las que me siento identificada. Bueno, puede que las haya mejores; pero las he escogido por lo que representan para mí o simplemente porque me hacen sentir bien. Podéis escucharlas aquí, y animaros a enviarle las vuestras (increíble ejercicio de autorreflexión, os lo recomiendo).

miércoles, 24 de febrero de 2010

Francisquito

El gato Francisquito estaba enfadado, su negro cabello erizadísimo. Desde el otro lado del pasillo, observaba a su rival en la oscuridad: ese gato persa (¿o sólo de pelo largo?) que estaba apostado junto a la puerta. No quería competencia en la casa: ¿quién era aquel descarado? ¿Tendría la osadía de querer compartir su cama, comida y arenero?

Poco a poco, Francisquito se iba acercando a él; dispuesto a asestar a su enemigo un golpe certero, un zarpazo letal capaz de alejarle para siempre de sus dominios. Un paso: un poco más cerca. Otro más: Francisquito ya es capaz de atisbar su lanudo perfil. Otro más: ese no sabe lo que le viene encima. Pegado a la pared, avanzando con el sigilo de un ninja, Francisquito estaba a punto de verse las caras con su némesis felina…

Y justo en ese momento, la dueña de Francisquito barrió por fin aquella pelusa gigante de la entrada de la casa. Francisquito se quedó sin enemigo.

jueves, 11 de febrero de 2010

Sol

Luisa suspiró mientras veía el telediario: palestinos e israelíes siempre a la gresca, especies en peligro de extinción, desastres naturales... "Nada nuevo bajo el Sol", se dijo. Y en ese instante, juraría haber oído cómo el Sol exhalaba un pequeño bostezo cansado.

lunes, 1 de febrero de 2010

A.

A Antonio le gustaba tanto esa serie… Tanto le gustaba, que sabía al detalle todos los guiños y gestos de sus protagonistas: el saludo del padre al llegar a casa, el contorneo de caderas de la hija mediana, el chocar de manos del hijo mayor con su vecino, el amigo de toda la vida. Tanto le gustaba que había aprendido a manejarse en aquel entorno familiar lleno de sorpresas y rodeado a la vez de una tranquilizadora y previsible rutina.

Tanto le gustaba aquella serie, que decidió mudarse.

Asombrada, anonadada, su madre pudo ver en el tercer capítulo de la quinta temporada de “Los maravillosos Brown”, la entrada de un nuevo personaje. Aparecía por la puerta un tímido muchacho cargado con un pequeño equipaje. Un joven menudito y blanco al que todos llamarían cariñosamente “A.”, por su pequeño tamaño. El estudiante español de intercambio que llegaba a la vida de la familia Brown… para quedarse.