sábado, 22 de enero de 2011

Canas.

Hola, Sara. Somos tus cuatro nuevas canas; esas que te han salido de golpe con los últimos disgustos de 2010 y los primeros de 2011.

Junto a las anteriores inquilinas blancas de tu cabeza, ya somos seis. Una pequeña pandilla. Las suficientes para que repares en nosotras al mirarte en el espejo cada mañana. Bastantes, al fin, para hacerte reflexionar sobre un hecho fundamental: la fugacidad de la vida. Una reflexión que no consiguió de forma definitiva ningún libro que hayas leído o película que hayas visto, ni siquiera la más cruda realidad.

Así que míranos; piensa acerca de lo que has hecho y de lo que haces ahora con tus días. Péinanos y estarás leyendo nuestro mensaje. Porque tus canitas deseamos que cumplas tus sueños, antes de ser un buen puñado de nosotras las que nos agolpemos en tu cabeza. O en fin, más tarde, si te empeñas; ¡pero recuerda que no estarás aquí para siempre, morenita!

Eso hemos venido a decirte. "Tempus fugit". La vida tiene las piernas largas para ir rápido, muy rápido... parece que se dopara. Corre, no dejes que se escape. ¡Ve tras ella, con tu melena y nosotras, tus seis canitas, al viento!

miércoles, 5 de enero de 2011

Curiosa voz

Lo dijo, y lo repitió por activa y por pasiva a sus familiares, empeñados en que jugara al Singstar por Nochevieja: “Que no, que no tengo oído, no me hagáis cantar”. Y ellos, erre que erre. Ante tal insistencia, Paco hizo una bizarra interpretación de temas como De niña a mujer, Maldito Duende o Cruz de navajas; clásicos de estos juegos.

Al cantar, lo que salía de su garganta nada tenía que ver con las canciones originales. Ni un solo tono. Pero a todos les encantaron las versiones de Paco; ¡les apasionaron! Tanto, que tuvo que repetirlas todas ante el enfervorizado auditorio.

Lo mismo sucedió en la fiesta de su empresa, que acabó en un sórdido karaoke del centro de la ciudad; lugar donde alcohólicos anónimos, borrachos conocidos, voces olvidadas y por conocer del mundo del espectáculo y otras especies (como los heavys de palo y de falsete) compartían escenario. Los temas interpretados por Paco de tan personalísima manera, dejaron alucinada a la audiencia. Nadie quería escuchar ya el original, y entre el público se aclamaba: “¡Otra, otra, otra!”. Hasta 15 veces subió el desconcertado Paco al escenario. La diferencia es que en esta ocasión, en una esquina de la sala, un productor musical se encontraba sentado con un grupo amigos. Y al oír a Paco, sus pelos se erizaron: olía el ÉXITO. Le propuso inmediatamente grabar un disco: el precontrato se firmó allí mismo, en una sucia servilleta, a modo de acuerdo entre ambas partes, que el misterioso caballero dejaría en manos “de sus abogados”.

Finalmente, Paco grabó aquel disco, que se convirtió en el éxito del verano. Pero algo no cuadraba en todo el asunto. Y se trataba sin duda de un inquietante fenómeno: cuando alguien, cualquier persona, tarareaba las canciones de Paco al escucharlas en la radio, las trataba de cantar en la ducha o las interpretaba en un karaoke, de sus labios salían de nuevo las canciones originales...