miércoles, 5 de noviembre de 2008

Los auténticos cracks de la publicidad


Paseando por la calle, no puedo dejar de observar algunas publicidades que me llaman la atención. Y no están precisamente en las grandes vallas o en los mupis, vamos, los chirimbolos de toda la vida donde ponen anuncios. Se trata de la publicidad de los pequeños negocios.

Un clásico que todos conocemos es el bar que anuncia su menú con fotos amarillentas, tan, tan antiguas que las gambas son trilobites y el filete es de mamut. Pero a mí lo que más me fascina son los pequeños colmados y los kioscos de helados que exponen fuera una hilera de latas vacías de fanta, acuarius y cocacola. ¿Eso da realmente resultado? Es como si el restaurante pusiera en la puerta el plato vacío, con la salsa untada en la miga de pan e, incluso, la colilla de turno, para decirte: “¡pasa, que está riquísimo!”

Y alucino con las octavillas que ponen en las lunas de los coches. Como esa de “Diseño de páginas web” escrito en tipografía times new roman pelada (la que sale defecto en el Word), sin un triste color ni nada. Que igual es una estrategia muy bien concebida: trabajan tantos estilos que mejor ponen algo neutro en el anuncio y ya les preguntas tú, si eso. También son fascinantes esos anuncios que se ven en las farolas, en plan Empresa líder busca jóvenes para media jornada, bla bla. A ver, ¿eres una empresa tan importante y te anuncias en una farola? Muchas luces no tienes. Y tampoco es que cuiden mucho los textos. Una vez vi, en una parada de bus, el anuncio de una “empresa de gas en plena expansión”: ¡¡¡todos al suelo!!!

Así que me pregunto, ¿qué pasaría si esto se aplicara a la publicidad de grandes marcas? Con las fotos color-bar rancio, todos los jóvenes de United Colors of Benetton serían amarillos. Si las latas de cocacola de los anuncios estuvieran vacías, qué harían los protagonistas del spot durante 30 segundos: ¿botes para lápices? Y si el archiconocido diseñador Alberto Corazón se promocionara en tipografía times new roman… bueno, en ese caso no se perdería tanto. Pero no veo yo que sea extrapolable ese estilo de publicidad.

Así que mejor que todo siga como está. Eso sí, reitero mi admiración por la publicidad “de estar por casa”. Porque nos impacta tanto, o más, que la real… y por cuatro duros. Qué cracks.

7 comentarios:

Alcaudón dijo...

A mí me impresionan, bueno, ya no se pueden ver, pero hasta hace poco sí, los hombre-cartel, o cómo se llamaran (también habría mujeres, digo yo).
Cuando era pequeño creía que eran los mismos portadores del cartel los que compraban oro, pobres, con sus rostros curtidos al sol y la polución, y su gesto irremediablemente sumiso, qué oro iban a comprar, el que cagó el moro...?
Luego con el tiempo yo mismo me convertí en un hombre cartel, pero eso sí, los pegaba en farolas y paradas de autobuses y en fin,en multitud de superficies que la experiencia hacían resaltar como lugar idóneo para su colocación. No duró mucho el currelo, apenas tres meses, y la publicidad tenía gran carga social, eran campañas para concienciar al público en temas variados (deja de fumar, 0,7% ya, no maltrates a las mujeres...) y casi todas las personas que me veían pegar los carteles también me vinculaban con la causa que rezaban sus anuncios. Al menos me hacía quedar bien, no pensaban que era un usurero, aunque tuve que soportar más de una posición opuesta (demasiado extenso para comentar).
Luego durante un tiempo también me fijaba en la cartelería, más en su colocación que en el contenido, aunque casi siempre rozaba lo cutre (las dos cosas).
Y bueno, ya está, que gracias Sarix por escribir y recordarme todo esto (que rollos suelto, puf).
Salud y bss niña.

Mon dijo...

Jajajajajaja, me ha encantado lo de filete de mamut...

Porque no rehacemos anuncios de verdad, tipo benneton, hechos ocn wWord o power point? molaria...

Sara Mansouri "Saroide" dijo...

Jo, Juampa, qué ternura, Me has recordado esa época tan "grunje" de nuestras vidas. Anda que vaya curros hemos tenido de estudiante, eso da pa un blog entero. Jjaja. Bs.

Sara Mansouri "Saroide" dijo...

Y sí, Reimon, lo de los anuncios en word es el futuro. Total, casi ningún cliente aprecia lo que hacemos. Igual nos dicen: ¿ves? así me gusta más; sencillo y directo. Ya te contamos Pitu y yo lo de nuestro compi Nacho Rojo. Después de diseñar una campaña de la hostia le dice la cliente: "quiero algo más normalito, es que os empeñais en hacerlo feo".

Alcaudón dijo...

Ya ves, empezamos a recordar los curros cutres y no paramos. Yo creo que alguno se me olvidaría (o quiero olvidar...)
bss
PD: molan las cañas entre semana, verdad??

Señorita Puri dijo...

Cuántos artículos tuyos me he perdido yo en noviembre. Estoy atontoliná.

Mi infancia son recuerdos de la Plaza del Perú, esquina a la Avenida de Alfonso XIII, el Bar Villa Antonia, con un romano pintado al óleo en su escaparate, para ilustrar sus calamares, una casita con chimenea y humo para destacar lo casero de sus platos, y un pulpo violeta de 4 patas resaltando su tapa estrella...

Tienes razón en que la publi tradicional y casposa es la que más nos llega: Yo no me voy de tapas a un sitio limpito y cool llamado "La mansión de las tapas (marca registrada)" o "500 tapichuelas", prefiero ir al bar Manué, o La Ponderosa con serríen en el suelo y cabezas de gamba, y un señor arrugado metiendo monedas en una máquina de Cirsa... aaaay cómo me gusta Madrid...

Sara Mansouri "Saroide" dijo...

¡Hey, Puri, qué ilus ver comentarios en entradas antiguas! Es que es verdad, lo cutre y antifashion es lo más. ¿Probaste el pulpo violeta del bar o decidiste llevártelo como animal de compañía? Por cierto, ese bicho luego se hizo famoso como personaje de Pocoyó.